sábado, 30 de noviembre de 2013

Corazón en 3D con tecnología virtual

Esta noticia nos habla sobre el estudio realizado por el doctor Stuart Williams, con el que se cree que se podrán crear corazones humanos artificiales en un futuro gracias a la impresión en 3D.


El doctor Stuart Williams, director del Instituto de Innovación Cardiovascular en el centro de Louisville, dirige este ambicioso proyecto que quiere acabar con los problemas de salud cardíacos empleando la impresión de órganos en 3D. La impresión de órganos en 3D es una tecnología revolucionaria que consiste en la capacidad de reproducir partes del cuerpo humano en tres dimensiones para suplantar otras determinadas. "Creemos que podremos hacerlo en 10 años, que podremos construir a partir de las propias células de un paciente un corazón total 'bioficial'", dijo Williams. 

Esta noticia sin duda reconoce el gran avance en tecnología y medicina que se está dando en los últimos años. Hasta hace muy poco resultaba inimaginable la creación de un corazón o cualquier otro órgano de manera artificial. Gracias a la biotecnología, estos sucesos se han hecho realidad y actualmente se emplea la impresión en 3D para crear pequeños trozos del hígado y los riñones. 

Hay una gran pregunta que se me plantea al leer esta noticia: ¿podríamos tener todos acceso a ese corazón 'bioficial'? El doctor predice que el coste de un corazón artificial sería de unos 100.000 dólares, añadiendo otros 150.000 dólares por los servicios de cirugía y de hospital, con un total de 250.000 dólares. Teniendo en cuenta que actualmente un trasplante en EE.UU. cuesta entre 800.000 y 900.000 dólares (entre 610.000 y 690.000 euros), supondría la reducción a más de la mitad del dinero. Esto supondría un aumento de la población con acceso al trasplante de corazón, en un país donde este hecho se considera todo un "lujo", tanto por el precio como por la escasez de trasplantes. Resultaría, pues, un progreso en el sistema sanitario.

Personalmente, muestro mi total apoyo a este estudio y espero que pueda llegar a sus objetivos establecidos, pues veo que supondría un claro beneficio para todos aquellos enfermos de corazón. Habrá que esperar hasta que se haga realidad este "sueño" para poder apreciar y discutir sobre las distintas repercusiones que supondría. Hasta llegar a ese momento, espero que otros doctores e investigadores se unan a la causa de Stuart Williams y lo apoyen de igual modo.

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