domingo, 2 de marzo de 2014

Un muerto por posible intoxicación durante un 'botellón' en Almería

El reciente viernes 28, Día de Andalucía, una noticia trágica llegó a nuestros oídos. En la ciudad de Almería una botella gran reserva de whisky se llevó por delante la vida de un hombre marroquí y  otros siete jóvenes han tenido que ser hospitalizados esa madrugada por una fuerte intoxicación. Según las primeras investigaciones, seis jóvenes encontraron la botella en la localidad almeriense y consumieron de ella, algo que también hicieron dos 'gorrillas' de origen marroquí, entre ellos el fallecido, un varón de 30 años. Algunos de los chicos que encontró la botella, nada más probar el cubata lo echó rápidamente porque notaron algo raro, otros sin embargo no corrieron la misma suerte que ellos pues volvieron a probarla, cayendo así trágicamente con una fuerte intoxicación.



Parece evidente que estaba preparado pues… ¿quién deja una botella de whisky gran reserva cerrada y nueva en la calle tirada? Está claro que quién la dejó ahí sabía lo que hacía y lo que podría suceder. Y también es evidente que los jóvenes entre 22 y 23 años que cogieron la botella de la calle no deberían haberla cogido por muy cerrada, nueva y cara que esta sea. Pero preguntémonos si el que puso esa botella ahí sabía quién la cogería. ¿Es tan predecible que un joven coja una botella de la calle para irse de botellón? Lamentablemente sí, pero hay algo más serio ¿Qué provoca que esto sea así?

Como he nombrado antes, me resulta un poco extraño que los varones, entre 22 y 23 años cogieran la botella de la calle, ¿A estos jóvenes no le han dicho nunca que no se coge nada del suelo? y menos si es una botella de alcohol ¡Por Dios!, no saben ni de donde procede la botella ni por supuesto qué contiene. Puede estar cerrada pero no contener lo que ellos creen, como por desgracia así fue. Por otro lado, cabe mencionar que los chicos bebieron muy poco por su mal sabor y dejaron tirada la botella bien cerrada en el suelo, y más tarde fueron encontrados inconscientes a unos cuantos metros del botellón. Si esto fuera cierto… ¿cómo es que no la tiraron a la basura?, de ser así, se hubiera podido evitar la muerte de un inocente gorrilla de origen marroquí que al ver la botella, bebió de ella sin notar aquel sabor extraño con tal mala suerte que cayó muerto al instante, a diferencia de estos chicos.

Hace ya bastantes años se puso de moda eso de beber en la calle, en descampados o zonas grandes donde poder reunirse los grupos de amigos para lo que actualmente llamamos botellón, es decir, reunirse para beber alcohol en la calle con una copa casera hecha por los propios miembros del grupo con la única finalidad de beber y emborracharse con poco dinero. Así es, hoy en día parece ser que si te quieres divertir tienes que emborracharte, y si te encuentras una botella tirada en la calle pues mejor que mejor mas alcohol para repartir y encima gratis.

Es muy triste que esto tenga que ser así, pero esto ocurre por diversas razones. En primer lugar por el elevado precio de las copas en los bares, que vienen siendo alrededor de 5 y 10 euros, dependiendo de dónde vayamos. Claro, los jóvenes, estudiantes sin ingresos ni  trabajo,  que depende de una paga, si es que la tienen, que le den sus padres, no pueden permitirse salir a tomar una copa por el precio abusivo de estas. Y no solo el problema es el precio de las copas, en general es el precio de todo el ocio para los jóvenes: el cine, el teatro, la bolera… sitios a los que siempre se ha ido, pero ahora cada vez el precio es más elevado y las facilidades para nosotros de acceder a precios bajos es reducida. Sí que es verdad, que hay alternativas para el ocio de jóvenes, pero como he dicho antes, siempre bastantes limitadas.

Muchas veces, no solo es porque no haya sitios a los que ir que sean asequibles económicamente, sino también porque no se fomenta bien ni se informa correctamente a estos jóvenes. En mi opinión creo que deberíamos fomentar las visitas culturales a museos, a teatros, a cines, a actividades alternativas a beber sin control sin saber lo que realmente se está bebiendo, porque por cosas tan insignificantes como estas lograríamos que no pasaran cosas como la desgracia de la muerte de un hombre y la intoxicación de estos jóvenes. 

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