Esta tarde traigo una noticia de el periódico El País que me ha resultado realmente impactante y me ha hecho replantearme por, millonésima vez, la justicia de este país.
Un profesor de religión se libra de la pena de cárcel tras haber admitido que había abusado de ocho menores a los que le daba clase. El profesor evitó la pena de 19 años de cárcel que pedía la fiscalía tras haber llegado a un acuerdo que tan solo lo condenaban a dos años y que, al no tener antecedentes penales, no tendría que cumplir con la pena de prisión. Además, se le ha impuesto el pago de una indemnización para los chicos de los que abusó y se le ha inhabilitado para ejercer la docencia. Lo más sorprendente de la situación es que las familias de estos ocho menores están "satisfechas" con la condena después de haber oído de la boca de sus propios hijos los abusos que le realizaba el profesor y, a pesar de esto, declararse inocente alegando que los niños confundían el ambiente tierno y familiar que había durante las clases. Este hombre, además, tenía en régimen de preacogida un niño de 14 años del que le han quitado la tutela.
Me sorprende mucho tanto que hayan dejado en libertad a esta persona que ha abusado de menores y que podría volver a hacerlo y más aun que las familias de los niños no luchen porque este hombre vaya a la cárcel. Que le inhabiliten para ejercer la docencia no evita que este señor se ponga en contacto con niños y siga abusando de ellos o realice cosas peores incluso.
Durante estos últimos años se está haciendo una campaña muy activa y con el respaldo de mucha gente para proteger al menor, sin embargo, casos como este o como la poca intervención en los casos de abusos relacionados con curas, dejan en evidencia a la justicia. Parece que las palabras abuso y religión unidas son tabú en los tribunales y la resolución de los juicios no llega a las noticias o bien las condenas no se corresponden con la de casos no relacionadas con la religión. Es realmente vergonzoso que en pleno siglo XXI se sigan dando casos así, que se intuyen de controlados por las altas esferas de la religión Española.
Estos casos no hacen más que dar mala imagen no solo a la Iglesia, sino a la justicia de este país que ya está demasiado desprestigiada debido a los casos de corrupción que no han tenido condenas que se corresponden con la realidad.
ResponderEliminarSinceramente no doy crédito a lo que acabo de leer. Estoy totalmente de acuerdo contigo, Carmen, cuando dices que lo que más te sorprende es el hecho de que los propios padres de los niños afectados parecen estar en desacuerdo con la sentencia de este “individuo”. ¿Quizá es que ya se esperaban algo así cuando metieron a sus hijos en un colegio así?, ¿acaso estamos locos?. Es algo que realmente me indigna y a su vez altera.
¿Quién protege a tantos chiquillos manoseados por enfermos mentales docentes ?... ¡Vaya justicia! parece que les da morbo el asunto, y antes de meter en el talego a un declarado pederasta (eso sí, muy católico él) pues se negocia para que pueda seguir metiendo mano en un futuro no tan lejano al menor que se le ponga por delante. Por otro lado, además de ser algo perverso e inhumano lo que esta clase de personas hace con los pobres chavales, esto va más allá de lo absurdo e ilógico, ¿no dicen los curas y sacerdotes eso de que la homosexualidad es una enfermedad?, entonces, ¿qué se supone que hace usted violando a niños?
¡Qué orgullo ser español el último régimen del mundo que defiende, protege y oculta a los abusadores de niños! Un vergüenza mundial y un escándalo que los medios de comunicación españoles, todos de derecha y ultracatólicos, esconden hipócritamente. ¡Ya basta de impunidad para los religiosos pederastas!
Ocho vidas destruidas no valen ni siquiera para que el culpable se siente en el banquillo y pise la cárcel. Cómo si no hubiera ocurrido nada. Ya puede seguir "a lo suyo" en otro colegio lejano como suele ser habitual y hay decenas de casos. ¿Cuántos niños son bastante para que el estado español tome medidas? ¿Cuántas vidas destruidas?