Han sido necesarios unos cuantos suicidios de ciudadanos, a punto de ser desahuciados, para tomar conciencia de la tragedia que se esconde tras cada familia que es expulsada de su hogar. Además, no son pocos los casos en que, tras el desahucio, la deuda sigue acorralando al deudor para siempre.
¿A quién le otorgamos la culpa?... ¿Al legislador, a la entidad bancaria, al juez, al agente judicial, a la fuerza pública...? ¿O al deudor que se dejó llevar por unas expectativas frustradas? Quizás lo más conveniente sería recurrir a la inteligencia para conducir el conflicto.
El anterior presidente del Gobierno al responder a la pregunta de si consideraría la dación en pago. Su respuesta fue extraordinaria: «No, porque perjudicaría al sistema financiero». ¿Qué hay tras este mensaje tan contundente? Ni más ni menos que la renuncia absoluta de la política ante la mayor expresión del drama de nuestros días. Una incapacidad que solo podía satisfacer a unos cuantos financieros, y no precisamente a los más sensatos. Ahí tienen los resultados: más de un millón de personas desahuciadas, deudas incobrables e inmuebles sin realizar en los activos de bancos y cajas, y un enorme coste de la administración de justicia que hemos soportado entre todos los ciudadanos.
Es el momento de la política, no de reclamar actitudes bienintencionadas a la banca o de esperar que la justicia actúe a lo Robin Hood a quien corresponde afrontar un drama social y económico de esta magnitud es a la política, la prioridad es encauzar la recuperación económica pero deberíamos avanzar hacia una mejor democracia, la que demandan los ciudadanos.
¿Se está escuchando realmente las voces de los ciudadanos?...
¿A quién le otorgamos la culpa?... ¿Al legislador, a la entidad bancaria, al juez, al agente judicial, a la fuerza pública...? ¿O al deudor que se dejó llevar por unas expectativas frustradas? Quizás lo más conveniente sería recurrir a la inteligencia para conducir el conflicto.
El anterior presidente del Gobierno al responder a la pregunta de si consideraría la dación en pago. Su respuesta fue extraordinaria: «No, porque perjudicaría al sistema financiero». ¿Qué hay tras este mensaje tan contundente? Ni más ni menos que la renuncia absoluta de la política ante la mayor expresión del drama de nuestros días. Una incapacidad que solo podía satisfacer a unos cuantos financieros, y no precisamente a los más sensatos. Ahí tienen los resultados: más de un millón de personas desahuciadas, deudas incobrables e inmuebles sin realizar en los activos de bancos y cajas, y un enorme coste de la administración de justicia que hemos soportado entre todos los ciudadanos.
Es el momento de la política, no de reclamar actitudes bienintencionadas a la banca o de esperar que la justicia actúe a lo Robin Hood a quien corresponde afrontar un drama social y económico de esta magnitud es a la política, la prioridad es encauzar la recuperación económica pero deberíamos avanzar hacia una mejor democracia, la que demandan los ciudadanos.
¿Se está escuchando realmente las voces de los ciudadanos?...
Laura Carrascosa García.
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