En una entrevista concedida a ABC, el presidente de esta Ciudad Autónoma, advierte además que se está llegando a una situación límite en la ciudad. El presidente cuenta que la situación actual en CETI es bastante preocupante, ya que se tiene acogido en el centro a unos 2.000 inmigrantes con una capacidad para 500 ó 600.
La principal preocupación tras tanta avalancha es que se llegue a una situación caótica dónde se ponga en peligro la seguridad del ciudadano. Hay un gran descontrol entre los que entran y no se sabe si estos tienen antecedentes penales derivados del terrorismo. Y esta preocupación no es precisamente los robos que se puedan producir en la ciudad sino que estos formen parte de las células durmientes que hay en el Sahel.
El presidente del Melilla, Juan José Imbroda
Llegados a este punto es necesario replantearse seriamente el problema con la inmigración.
Como ya bien sabemos, España actualmente es un país que sufre una tasa de paro altísimo. En esta situación la entrada de inmigrantes es absurda, ya que todos estos irán al paro.
No es un tema de racismo, ni xenofobia, no tiene nada que ver con el color de piel, ni la raza, ni la religión o cultura; se trata solo de que a un país solo pueden entrar inmigrantes si hay trabajo real; seria estupendo que tuviéramos la tasa de paro de Alemania ó Gran Bretaña, y pudiéramos dar trabajo a 7 millones de inmigrantes, pero no es el caso por desgracia. Los inmigrantes son las primeras victimas del mercadeo laboral que partidos y empresarios han hecho para explotar y empobrecer a la clase obrera.
El problema no está en la inmigración en sí, sino en la entrada masiva que permitieron el PP y PSOE para que empresarios tuvieran mano de obra abundante y barata para trabajar en condiciones de esclavitud, con sueldos miserables.
Además lo de que haya puestos de trabajo que los españoles no queremos hacer es una infamia inventada por los empresarios. Claro que los españoles están dispuestos a hacer trabajos duros, lo que no están dispuestos es a ser explotados por unos salarios miserables y en condiciones tercermundistas.
¿Y tú qué opinas?
Lucrecia González
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